jueves, octubre 05, 2006

Delta del Mekong, una jornada de lucha patriótica


Mientras Charlie estaba escondido tras la espesura de los matorrales, Johnny y yo nos poniámos hasta el culo de vino vietnamita en nuestra trinchera. Johnny era un tio de Minnessota que no tenía muchas aspiraciones, había trabajado también en un taller de automóviles de Tampa. Aquella noche nos imaginamos como debía vivir nuestro enemigo que se encontraba sólo a unos metros.

Eran tios como nosotros que estaban reclutados a la fuerza, quizás alguno creía fervientemente en la causa por la que luchaban. En un momento dado, al otro lado de la línea sonó una explosión. Supusimos que a algún Charlie le había estallado la granada que tenía lista para nosotros. Nos reímos unos instantes mientras yo me rascaba los huevos llenos de suciedad y sanguijuelas.

Es así de fácil, ¡bum! y todo acaba.


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